Todos en algún momento de nuestras vidas, hemos sentido miedo, así que si vos no sos de Marte, seguramente lo hayas sentido en más de una ocasión.
Yo lo sentí infinidades de veces, miedo a un examen, miedo a lo desconocido, a hablar en público, al que dirán, a emprender, y la lista podría seguir.
Con el tiempo aprendí que el miedo es una emoción, y que las emociones, no son ni buenas ni malas, son necesarias e imprescindibles para la supervivencia (algunos autores reconocen 4 emociones básicas, miedo, alegría, tristeza, rabia).
El miedo es una señal que nos está informando que hay una desproporción entre la amenaza que estoy enfrentando y los recursos con los que cuento. El miedo nos predispone a huir, atacar, inmovilizarnos.
Es importante descubrir cuales son los recursos que necesito desarrollar para poder enfrentar esa situación y que el miedo disminuya o desaparezca.
Pongamos un ejemplo, a mi me daba miedo las lecciones orales, tener que hablar delante de mis profesores, compañeros, exponerme frente a todos. Cada vez que lo hacía, aumentaba mi respiración, el corazón me latía fuerte y quería salir corriendo. También sentía pánico de quedarme sin palabras, sin saber que decir, inmovilizada.
¿Te ha pasado alguna vez?
Reconocer este miedo, me ayudó a poder trabajarlo, preguntarme que necesitaba hacer para sentirme, segura, confiada y que este miedo disminuya o desapareciera.
A mi me sirvió preparar con tiempo, la lección, la clase, ensayar, practicar. Una técnica que usé y sigo usando en la actualidad, es practicar frente al espejo y en vos alta, dependiendo de la situación lo hago sentada o parada. También escribo lo que voy a decir, realizó algún tipo de resumen, ayuda memoria, y si bien sé que puedo equivocarme, pronunciar mal una palabra, sigo adelante, no estamos exentos de equivocarnos o cometer algún furcio.
Recuerdo una vez en secundaria, estábamos reunidos por grupos haciendo una actividad, y al finalizar cada grupo elegía a un compañero para que realice una presentación del trabajo realizado, mis compañeros me eligieron, y apenas empecé a hablar, por apurarme, pronuncié mal una palabra, y sentí la risa de mis compañeros, pero yo seguí hablando y terminé con la exposición. Ese día aprendí que tenía que hablar más pausado, lento, modular mejor, respirar.
Y con los años aprendí también a reírme cuando me equivoco, no pasa nada, siempre podemos retomar lo que estamos diciendo o haciendo, la risa me sirvió mucho para descontracturar una situación, no somos una máquina.
Y hoy cada vez que siento miedo me hago una pregunta que descubrí gracias al coaching y es:
¿Qué es lo peor que puede pasar?
Me tomo unos minutos para pensar en ello, para ver que es lo que puedo hacer para sentirme más segura, que es lo que necesito, para hacerle frente a ese miedo.
Cuando te encuentres frente a una situación que te de miedo, te invito a que te hagas esta pregunta y reflexiones sobre ello, y que veas también, cuales son tus recursos, habilidades, que podrías poner en práctica, o que necesitas desarrollar para así poder sacar provecho de ese miedo.
